(Por Mireia Esteva)
En poco más de un mes, todo se ha puesto en duda y adquirimos conciencia de nuestras debilidades personales y sociales: de nuestros hábitos cotidianos, de la sanidad, de la organización territorial, de la movilidad, de la producción y comercialización agrícola e industrial, de nuestro modelo económico, de nuestro nivel tecnológico, del papel de la ciencia en el mundo, de nuestras mutuas interdependencias, de si las pandemias son del sur, de si hay que legalizar a los inmigrantes ilegales, de si tenemos la mejor familia y vivimos bajo el mismo techo con la mejor compañía o de los problemas y ventajas que conlleva la globalización. Hasta nos entra duda de que realmente no seriamos capaces, si nos lo propusiéramos, de revertir la mala salud del planeta.