El Estado democrático de derecho está abierto al pluralismo, a la tolerancia y al cambio social y puede considerarse como una conquista civilizatoria del pensamiento y la acción política. Un Estado en que el fin nunca podrá justificar los medios, por más retórica que se utilice.

«Del cinismo a la autarquia», publicado en Crónica Global el 8 de agosto de 2016