(Por Mireia Esteva)

Cayo Lara, en el acto del día 25 de abril en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, ​​donde fue invitado por Federalistes d’Esquerres para que hablara de la visión federal de IU, hizo algunas afirmaciones que quisiera resaltar: la primera que es un error jugar en el terreno del otro y la segunda, que el nacionalismo es de derechas. Estoy totalmente de acuerdo con las dos, ya que la realidad de los hechos así nos lo ha demostrado.

En Cataluña, una de las falacias que hemos vivido con el nacionalismo ha sido decir que el independentismo es una idea transversal que afecta a todo el arco parlamentario. La aceptación de esta afirmación, sin ponerla en duda por parte de los partidos de izquierdas, ha significado su aniquilamiento durante el tiempo del proceso. Hemos visto un PSC sangrado por luchas internas que sólo se han acabado con la marcha de algunos militantes. Militantes que han acabado coaligados con los partidos nacionalistas para presentarse a las elecciones. Esto pone de manifiesto la incompatibilidad conceptual de la que hablaba Cayo Lara: no se puede ser las dos cosas a la vez y cuando se juega en el terreno del otro acaba absorbido por el otro. En cuanto a ICV lo que hemos visto es un proceso similar que aún no ha terminado. Visto desde fuera, los dirigentes de Iniciativa se han visto arrastrados por la negociación con otras fuerzas políticas nacionalistas, y han acabado posicionados más cerca de las posturas nacionalistas que de su propia militancia de izquierdas. Ahora empiezan a reaccionar y esperemos que lo resuelvan sin sangrar excesivamente.

El aniquilamiento de la izquierda en el Parlamento catalán ha permitido que en Cataluña creciera en la calle un independentismo organizado desde arriba, con actos que nos han recordado en su concepción a los organizados por los sindicatos verticales y partidos de vieja época. Movimiento en un principio ilusionante, pero alejado de la realidad de la calle y verdaderamente falto de capacidad para resolver los problemas de la gente. Paralelamente, el gobierno de la Generalitat hacía y deshacía a voluntad de intereses particulares y desmantelaba como alumno aventajado el estado del bienestar sin ningún tipo de oposición real.

No es extraño que las encuestas marquen la tendencia del crecimiento de Podemos en Cataluña. No es extraño, porque hay una parte importante de ciudadanos con viraje hacia la izquierda, que incluso no votan en las elecciones autonómicas y sí lo hacen en las del Estado. Estos ciudadanos no se ven actualmente representados en el Parlamento catalán, ni tampoco en un movimiento organizado desde arriba, que no los representa. Tampoco es extraño que crezca Ciudadanos, ya que es una opción clara de enfrentamiento con el independentismo, menos cerrada que la del PPC y dispuesta a hablar por la reforma de la constitución. Por tanto, posiblemente el número de fuerzas políticas en el parlamento aumentará en las próximas elecciones.

En estos momentos, donde los movimientos ciudadanos de carácter social aumentan con dos años de retraso respecto a otros lugares de España, y el nacionalismo va a la baja, quisiera ser optimista y decir que se abre la posibilidad de que haya después de las próximas elecciones, tanto en el parlamento español como el catalán, un elevado número de fuerzas políticas dispuestas a negociar un cambio constitucional y, dentro de éstas, que predominen las fuerzas de izquierdas, incluidas las que se empiezan a liberar del nacionalismo. Estas fuerzas tendrán la posibilidad de reformar la Constitución para lograr que este Estado se convierta en un Estado Federal, de corte social y mecanismos de coordinación interterritorial, que incorpore valores tan importantes como la solidaridad, la laicidad, la igualdad, el estado del bienestar, una representación más justa de la voluntad ciudadana y el respeto a todas las lenguas del Estado, en todos los territorios. ¡Para empezar, es necesario que los ciudadanos de izquierdas no se inhiban cuando sea el momento de ir a votar!